Dios me libre de sugerirle al  alcalde de Santander, o a cualquier otro representante público, lo que  tiene que hacer o dejar de hacer. Esas cosas se dicen en la urnas cuando  toca. Si estás de acuerdo con lo que ha hecho o te parece bien lo que  promete que va a hacer lo votas y ni no pues buscas otro candidato más  acorde con tus deseos o pretensiones. Dicho lo cual, si el alcalde de  Santander, Íñigo de la Serna, quiere gastarse los euros que no tiene en  una televisión municipal, que se los gaste. Pero que no se queje luego  ni pase el platillo. Las televisiones públicas son, sin duda, un  excelente instrumento de propaganda política, pero también sumidero por  el que se van recursos económicos que bien pudieran haber sido  destinados a otros menesteres de más urgencia social, aunque seguro que  menos rentables propagandísticamente. No entraré en los ‘servicios’ que  algunas de esas televisiones prestan más allá de sus competencias, que  es asunto en manos de los tribunales de Justicia, caso Canal 9, en la Valencia de Francisco Camps,  donde la cobertura de la visita del Papa fue aprovechada para llenar  lar arcas de la trama corrupta montada en torno al PP. Por no hablar de  los comentarios pedófilos de colaboradores de TeleMadrid, la televisión de Esperanza Aguirre.  El coste de una televisión pública, aunque estamos en presencia de una  propuesta modesta, aparentemente para andar por casa, se sabe como  empieza, pero no como termina. De momento, y como base tecnológica para  hacer viable el proyecto de televisión municipal para móviles,  ordenadores y servicio de autobuses, ya nos hemos gastado medio millón  de euros, procedentes de los fondos del Plan E. Alguien debería explicar  que tiene que ver crear empleo con poner televisiones en los autobuses y  acceso wifi en locales municipales propiedad del Ayuntamiento. Que me  corrijan si me equivoco, pero son suministros que dudo mucho hayan  generado ni un solo empleo en Cantabria, más allá del dinero que se haya  metido en el bolsillo algún intermediario listillo. De la puesta en  marcha de la televisión municipal pocos sabemos. No parece que vaya a  distribuirse por ondas y en abierto, para lo que el municipio dispone  del correspondiente canal de TDT, sino a través de Internet. Los  proveedores de tecnología y experiencia en este campo son habas contadas  y casi si me apuran, una haba y media. No podía imaginar que el  Ayuntamiento de Santander, tan exigente en la transparencia de los  demás, hubiera adjudicado el servicio con un oscurantismo más que  sospechoso.  Y menos aún que una vez adjudicado no lo hiciera público  como es habitual con aparato de fanfarrias y chirimías. La explicación  es evidente: han pretendido ocultar que el suministro de contenidos  informativos se le ha adjudicado a una televisión cuyo accionista  principal es un dirigente del PP. La información municipal de interés  para los ciudadanos que  dicen van a ofrecer queda, por tanto, en casa.  Resta por saber cuánto nos va a costar a los vecinos de Santander que  las obras y milagros del alcalde se puedan ver en el móvil, en el  ordenador o cómodamente sentado en el autobús. Porque lo que figura en  el papel no se lo cree nadie. No estaría de más preguntar a quienes  serán los destinatarios de esa información, es decir a los  santanderinos, si no prefieren que su dinero se gasta en otras cosas. (23 de noviembre de 2010. Publicado en Aqui Diario Cantabria)
XXX CARRERA POPULAR COSTA DE AJO, CRONICA Y FOTOS
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