jueves, 27 de octubre de 2011
FIESTA DEL SAMUIN Y MAGOSTA EN SANTANDER
El próximo lunes, 31 de octubre, ADIC ha organizado una fiesta abierta a padres y niños con el objetivo de acercar una tradición de origen celta, “El Samuin”, que se celebra desde hace al menos 3.000 años, en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, con motivo de la finalización de la temporada de cosechas en la cultura del arco atlántico.
Se trataba de una especie de acción de gracias por los frutos recogidos de la tierra y el bosque. A partir de ahí, comienza la estación oscura, por lo que es una fiesta de transición en la que también tiene que ver la vida y la muerte, el tránsito de una a otra y, en consecuencia, la comunicación entre ambos estados. Su etimología es gaélica: samhain, “fin del verano”.
El lugar elegido es el patio exterior de los Colegios Cisneros, Antonio Mendoza y Magallanes en Santander. Está previsto que las actividades se desarrollen entre las 18:30 h y 21:00 h..
Las actividades programadas están dirigidas a niños entre 5 y 7 años, incluyen un taller de elaboración de calaveras con verrugonas (los asistentes deberán aportar una calabaza), mayado de manzanas con elaboración de mosto y degustación, merienda de chocolate con sobaos, magosta con degustación de castañas asadas, sesión de cuentacuentos, la Güeste con procesión de calaveras y música tradicional cántabra.
Los niños podrán venir disfrazados. La merienda y las castañas tendrán el precio de 1 euro cada uno, estando la recaudación destinada a sufragar la actividad.
La festividad céltica del Samhain se describe, por tanto, como una comunión entre la muerte y la vida en todos los ámbitos: en las cosechas y en la propia existencia humana. Según la tradición, posteriormente cristianizada, en esa fecha, se celebraban fiestas relacionadas con la recolección de las cosechas del lugar y se vaciaban nabos –posteriormente calabazas- para simular la “calavera” de los espíritus de los difuntos y comunicarse con ellos. La noche de difuntos, el 31 de octubre, los espíritus de los fallecidos tenían autorización para caminar entre los vivos; para guiarles al otro mundo, se colocaban velas dentro de las “calaveras” y cuando estas se apagaban, el espíritu había culminado su tránsito al “otro lado”.
Efectivamente, era costumbre vaciar nabos y calabazas para hacer las “calaveras” a las que además, en algunos lugares de Cantabria, se las clavaba un palo en la base inferior para posteriormente elevarla, a modo de símbolo, para hacer pasacalles cubiertos de sábanas y dar un ambiente fantasmagórico.
Al mismo tiempo, se celebra la recolección de los frutos –nueces, castañas, manzanas, uva…-siendo las de mayor arraigo la magosta o el mayado, y ese día, la “magosta de difuntos” o “magüestu de dejuntos”, una fiesta consistente en realizar una hoguera y asar castañas acompañado de aguardiente y al son de música tradicional. Se hacía junto con las calabazas –calaveras-, de la variedad conocida como verrugonas, para posteriormente hacer la procesión conocida como la “Güeste”, algo así como un cortejo de almas en pena con huesos encendidos a modo de cirios para alumbrarse, cubiertos con sábanas blancas y, sobre ellos, la calabaza.
El cristianismo adoptó esta tradición y propició su versión sincrética en la fiesta de Todos los Santos, esto es, la comunidad perfecta entre los vivos y los muertos. En los países de tradición anglosajona, la celebración de Samuin recibe el nombre de Halloween y, globalización mediante, se extiende actualmente aún en países de tradición católica, adquiriendo claros matices de festividad popular asociada a unívocos íconos de consumo masivo como calabazas y disfraces varios.
Saludos Ñeros
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