En el Samuín se celebraba el final de la temporada de cosechas en la cultura celta
y era considerada como el «Año nuevo celta», que comenzaba con la estación oscura.
Se cuenta que los antiguos cántabros creían que la línea que une a este mundo con el otro mundo se estrechaba con la llegada del Samuín, permitiendo a los espíritus
(tanto benévolos como malévolos) pasar a través. Los antepasados eran invitados y homenajeados mientras que los espíritus
dañinos eran alejados. Se cree que el uso de trajes, máscaras, calaveras y calabazas se debe a
la necesidad de ahuyentar a los espíritus malignos y su propósito era
adoptar la apariencia de un espíritu maligno para evitar ser dañado. En algunos lugares los espíritus fueron suplantados por personas que vestidos de blanco con la cara pintada de negro ahuyentaban las ánimas malas.
El Samuìn también era un momento para hacer balance de los suministros de alimentos con la deshoja y para preparar el ganado para el invierno. Esa noche las hogueras se apagaban y en cada hogar se encendía una hoguera nueva en la
chimenea, quemando huesos de animales y asando castañas. Tambíén era una noche propicia para adivinar el futuro despues de haberse tomado el primer vino o licor de año añadiendolo azucar o miel.
Saludos Ñeros y feliz Samuín.
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