El convento de San Ildefonso, situado en el barrio de Camino de Ajo, actualmente barrio El Convento, fue
fundado por el Muy Magnífico Señor Alonso de Camino y Carrera, Señor y
Mayor de la Casa de Camino, diplomático y capitán de Felipe II en los
Estados de Flandes en tiempos del Duque de Alba. Felipe II premió sus
servicios nombrándole Señor de las Villas de Pie de Concha, Bárcena y
Cobejo. Alonso de Camino encargó la traza y condiciones de la obra del
convento a Diego de Sisniega, quien al terminar Juan de Herrera la obra
del Real Monasterio de El Escorial, a cuyas órdenes estuvo, se traslada a
Ajo para diseñar esta magnífica obra. La cantería del convento corrió
por cuenta de Pedro de Navedo y Juan de San Juan, y contó con la
intervención de Francisco de Nates; la carpintería fue obra de Domingo
de Zorlado, y el magnífico retablo mayor de piedra de arena fue
ensamblado por Rodrigo de los Corrales Isla; la estatua de Alonso de
Camino, vestido de armadura, fue esculpida por Pedro Gómez, vecino de
Frías (Burgos). Toda la obra costó la enorme cantidad para la época de
44.000 ducados. Los importantes motivos de la fundación y dotación del convento fue
para dar gloria y honra a Dios, y para el bien y aprovechamiento de los
naturales de la tierra; y a tal fin asignó una dotación de 600 ducados
para que los frailes que vinieran a habitarle enseñaran a leer y
escribir y cantar latín a los naturales que quisieren aprender estas
disciplinas.
En el año 1588 se entregó el convento a los Carmelitas Descalzos
pero estos lo abandonaron el poco tiempo después, ya que su estilo de vida eremítico no cuadraba con la necesidad de evangelización que el fundador pesaba que tenían la gentes del lugar; en consecuencia
el fundador les sustituyó por los Dominicos, Orden de los Predicadores creada por Santo Domingo de Guzman en Toulouse durante la cruzada albigense, que habitaron el convento
hasta 1835. La presencia de los Dominicos y la fiesta que se realizaba en los primeros días de agosto a su fundado Santo Domingo de Guzmán es el origen de la actual fiesta de Santo Domingo todos los 4 de agosto.
En el transcurso de casi dos siglos y medio el convento
adquirió numerosas propiedades y molinos, y en 1756 construyeron una
hermosa hospedería para los peregrinos que allí acudían. El año 1820,
durante el Trienio Liberal, el convento sufre una primera
desamortización y los frailes fueron desalojados del mismo, pero en 1823
les restituyeron sus bienes. Sin embargo, en agosto de 1835, a
consecuencia de la desamortización de Mendizábal la comunidad abandona
definitivamente el convento. Quedaban a favor del Estado la propiedad de
la hospedería y del edificio del convento, de planta sensiblemente
rectangular, que mide 38 metros de frente y 27 de fondo; la iglesia
equipada con un altar de piedra y cuatro de madera, dedicados a San
Ildefonso, N.ª S.ª del Rosario, Santo Domingo, San Pío V, y San José y
San Antonio. Además el Estado se incauta de 8 cuadros al óleo, 1.400
libros, el archivo que hoy se conserva en el Archivo Histórico Nacional,
los ornamentos, vasos sagrados, alhajas, los muebles del refectorio y
los útiles de cocina, los censos y rentas, así como las fincas a él
pertenecientes. El edificio del convento, incluida la iglesia, fue
subastado el 28 de febrero de 1849 y adquirido por Melchor Rábago,
vecino de Santander, con idea de demolerle para aprovechar la piedra del
mismo. Alarmados los vecinos de Siete Villas y alrededores con el
destino que se iba a dar el edificio, se concertaron con Melchor Rábago
en la compra del mismo por 15.500 reales. El último religioso que habitó
el convento fue el Padre Apolinar, personaje que incorporó Don José
María de Pereda a su novela “Sotileza”. Hoy se conserva en pie la
iglesia, restaurada en 1971 con los dineros y esfuerzos de los vecinos del
barrio de Camino, pero despojada de los retablos de madera y la
sillería del coro, así como la vivienda del fundador; conserva toda la
cantería y mampostería del edificio, el claustro y las zonas dedicadas
al estudio y celdas, refectorio y cocinas, pero esto sin cubrir.
Saludos ñeros
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