El PP se luce día tras día tratando de poner piedras para que España y su Gobiernoor caigan y ponerse él, por un lado, enseña su faz moderada, a través de Soraya Sáenz de Santamaría, asegurando que en este episodio de los controladores la oposición respalda al Ejecutivo y, por el otro, monta un pollo monumental, acosando y atacando al Gobierno, al que hace culpable de lo sucedido, como si se pudieran poner en el mismo saco o nivel al Estado de Derecho y al grupo de los controladores amotinados. Por cierto, Rajoy en su ridículo vídeo –donde intenta proyectarse como una víctima más del caos aéreo- ubica con estremecedora frivolidad en la misma posición al Gobierno y a los insurrectos.
Esta táctica de jugar a doble cara la viene practicando la derecha popular desde hace muchos años. Quedó bien claro que a Rajoy le gusta la ambivalencia y la ambigüedad, diciendo una cosa y haciendo exactamente la contraria, a raíz del proceso de paz en Euskadi. Rajoy declaró entonces –lo que ocurrió tras algunas vacilaciones notorias- que apoyaría al Gobierno para acabar con la violencia etarra. Muy poco después empezó a rugir la artillería mediática del PP a la que se le unió la política y José Luis Rodríguez Zapatero fue calificado de traidor respecto a las víctimas de ETA e incluso de títere en manos de los terroristas.
Esta estrategia puede ser calificada de diferentes maneras. Sin embargo, parece que a veces tiene mucho que ver con la doctrina de Joseph Goebbels, un propagandista de las mentiras, las falsedades, los embustes, las exageraciones, las calumnias, las injurias y cuanto favoreciera al nazismo. Si convenía a Hitler, difundía una aseveración y la contraria. Algo hay de esto en no pocas de las maniobras propagandistas del PP. Al fin y al cabo, el todo vale –que es uno de los slogans favoritos de Rajoy- lo practica la derecha española con tradicional fruición.
Saludos Ñeros.
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