PÉREZ-REVERTE, ESE PERFECTO MIERDA

Por Víctor GIJÓN

Se puede ser un buen escritor, incluso genial, y al mismo tiempo ser un borracho empedernido, drogadicto, pederasta, maltratador, infame, mentiroso o un perfecto mierda, para reutilizar el calificativo que el escritor y académico Arturo Pérez-Reverte dedicó al ex ministro Moratinos. Que escriba con solvencia y haya encontrado el filón de la novelita histórica para forrarse, no confiere al autor de la saga de Alatriste derecho a opinar sobre lo divino y lo humano. Mario Vargas Llosa, por ejemplo, es, nadie lo duda, incluso antes de tener el Nobel de Literatura, uno de los grandes escritores de los siglos XX y XXI. Pero el escritor peruano perdió las elecciones en su país nada menos que frente a Fujimori, que es como si a Felipe González le hubiera derrotado en las urnas Ruiz Mateos. Pérez-Reverte, escritor afamado, antiguo periodista de primera línea, es un perfecto mierda como opinador. La obligación de escribir todos los días para ganarse un sueldo no justifica pisar todos los charcos. Recuerdo, solo por situar al personaje y sus circunstancias, que mientras Pérez-Reverte se paseaba por las trincheras de la guerra de la ex Yugoslavia dándoselas de machito -ya se sabe la épica y la lírica de los corresponsales de guerra que luego no se bajan de la barra del bar- el “mierda”, el ex ministro Moratinos, mediaba en el conflicto de los Balcanes. Nada tengo que decir sobre la cualidades como escritor de Pérez-Reverte, cuyas novelas, por cierto, me distraen. Pero si diré algunas cosas sobres sus cualidades humanas y opinaré, como él hace, sobre temas varios. Pérez-Reverte tienen demostrada una perseverante misoginia que da alas machistas a esa caterva de estúpidos machos carpetovetónicos que gustan de seguir contando viejos chistes sobre mujeres y maricones. La tendencia del escritor cartagenero a acomodar la historia para justificar su juicios del presente, le conduce a ignorar, por ejemplo, lo que fue y supuso, en adelanto y progreso en todos los campos, la invasión musulmana de la Península. Algo que nada tiene que ver con el hoy de los países árabes, que tanto disgusta a Pérez-Reverte Pero donde el novelista patina un día si y otro también es cuando opina de la actualidad. Con Aznar defendió el derecho individual a tomarse una copita antes de conducir, ignorando el derecho de los que no beben a viajar sin que un fan del escritor y del ex presidente del PP, con una o varias copitas de más, se lo lleve al cementerio. Y ahora defiende, con nada menos que otro gran valor de la misoginia celtibérica, el alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, que la Ley que prohibe el consumo de tabaco en lugares cerrados, es una norma nazi. Pérez-Reverte obvia que a nadie se le prohibe fumar, pero si ahumar a quien no quiere. La libertad individual consiste en que cada cual elija lo que es mejor para él, siempre que esa elección no suponga merma en la libertad de los demás. Uno puedo escoger ahogar su hígado en alcohol o necrosar sus pulmones a fuerza de nicotina. Pero en aras de la libertad que Pérez-Reverte clama, el cirrótico porque quiere, y el que padece un cáncer de pulmón porque, por cojones, a él nadie le prohibe echar un cigarrito, no debería pedir que los demás paguemos su tratamiento. Si es libre para beber o fumar que sea responsable para pagarse médicos y medicinas si las cosas se ponen feas. Espero ansioso la opinión sobre ese asunto de Pérez-Reverte.

(6 de enero de 2010. Publicado en Aqui Diario Cantabria)