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martes, 6 de octubre de 2015

ESPAÑA CAPITAL BARCELONA

¿Sabían ustedes que Alfonso XIII podía haber trasladado la capital del Reino de España a Barcelona allá por 1888? Muchos de sus consejeros se lo pidieron porque Barcelona, en aquel momento, era la ciudad en auge, pero Alfonso XIII no lo hizo. ¿Habría habido mucho nacionalismo si la capital hubiera estado en Barcelona?

Lo mismo se puede decir con Felipe II.  ¿Qué habría pasado si se hubiera decidido a llevar la capital de España a Lisboa, como pudo ocurrir? Hubiéramos tenido una realidad ibérica sin independencia de Portugal, porque ¿cómo se iba a haber independizado el país que soportaba la capital del reino?

El caso es que viendo lo sucedido en Cataluña con una dimensión histórica ibérica podemos pensar que todo podía haber sido distinto si Barcelona, Lisboa o Granada (como pensó Carlos V) hubiesen sido capitales del Reino de España en vez de Madrid.

Los pueblos ibéricos no podemos desligarnos de nuestra unidad geografica, pero si podemos ignorar parte de nuestras singularidades para crear más singularidades. Los polos opuestos se atraen y se retroalimentan. No puede haber un positivo sin un negativo de referencia.

Lo cierto es que si nos consideramos, en conjunto o en nuestros particularismos, dignos de vivir en estados diferentes dentro de una misma iberia, no hay signos históricos apreciables que no demuestren que las relaciones de los pueblos ibéricos siempre han sido centrípedos/centrífugos, voluntarios/forzosos, independientes/comunales. Las variopintas comunidades regionales/nacionales y viceversa existen gracias a buena costumbre de jugar a estar contigo o sin ti, según conveniencia y la mala costumbre política de aprovechar las pequeñas recillas inter(nacionales/regionales) para sacár grandes réditos políticos.

Seamos inteligentes, ¿Por qué un cántabru como yo tiene que llevarse mál con un vizcaíno? ¿Un valenciano con un catalán? ¿Un Murciano con uno del Albacete? o ¿Un madrileño con un vasco?  No tengo motivos importantes (dejemos el futbol a un lado) para llevarme mal con nadie que defiende lo mismo que yo. Podemos perfectamente defender nuestras peculiaridades sin enfrentarlas a las de los demás.

Yo quiero un estado donde mi identidad personal sea repetada y defendída, sea cual sea. Yo quiero un estado donde se defiendan las identidades personales, públicas y colectivas acordes con los Derechos Humanos. Yo quiero un estado donde tod@s tengamos las mismas opurtunidades, derechos y deberes. Yo quiero un estado donde las personas puedan expresarse líbremente, trabajar dignamente, tengan un salario digno y puedan conseguir, al menos, la mínima dignidad que merece cualquier ser humano.

Yo no quiero un estado que me imponga mi identidad, que no reconozca mis peculiaridades, que no defienda a los oprimidos o donde las personas se sientan oprimidas, incomprendidas o ignoradas.

Yo quiero que los organos de gobierno del estado donde vivo sean sesibles a mis deseos y si no lo son quiero cambiarlos de lugar, forma, volumen o densidad. Siento, puedo estar equivocado, que desde Madríd me han impuesto y me imponen una forma española de ser no acorde con las costumbres de mi territorio, cuanto más me imponen una forma de ser o sentir, menos españoles podemos llegar a sentirnos. Quiero que todo eso cambie y desde Barcelona he visto que hay más receptividad a mis principios democráticos. Estoy con Cataluña en muchos de sus principios, quiero pertenecer a un estado donde la democracia sea total y no me siento, para nada, al lado del centralismo madrileño.

España capital Barcelona o adeu Spain.