El PP nunca encuentra el momento si se trata de ampliar nuestra autonomía. No es el momento para renovar el Estatuto; no es el momento para crear la oficina del Defensor del Pueblo; no es el momento de asumir nuevas competencias... Resulta más que sospechoso que siempre que se intenta avanzar y profundizar en nuestra autonomía, el PP mande parar. Probablemente no sea una decisión consciente y premeditada, sino un acto reflejo consecuencia de sus orígenes castellanistas y centralistas, trocados en oportunismo autonomista cuando se dieron cuenta de que con el autogobierno podían mandar mas, aunque no mejor. Que nadie se asombre si expreso aquí mi acuerdo absoluto con el editorial de un colega de la prensa escrita que pone pingando al PP por su decisión, pataleta la llama, de no acudir a la Asamblea de la Federación de Municipios de Cantabria. Esa editorial, especialmente meritoria por aparecer en un medio favorable a la derecha regional, viene a ratificar lo que en muchas ocasiones hemos mantenido en esta columna: que al PP sólo les valen las instituciones en la medida que las controla. En caso contrario las boicotea, las ignora o las utiliza arteramente. Desde que el PP se vio obligado a dejar el poder anda por Cantabria practicando una oposición propia de una formación política extraparlamentaria. Pero no lo es. Acude a Castro Urdiales, y después de armar la que armó poniendo de alcalde a un tránsfuga y pluriprocesado, se dedica a hacer publicidad de un grupúsculo, Anexión a Vizcaya, cuyo nombre lo único que pretende es llamar la atención. Pediría a Diego que se lea los objetivos de la minúscula organización, donde para nada aparece -en caso contrario no había sido legalizada- ninguna mención a anexiones ni vascas ni visigodas. No importa. El presidente del PP tiene que tapar su error castreño (Muguruza)y qué mejor que echar la culpa el Gobierno. Éste es para el PP como esos objetos que brujos y hechiceros utilizan para depositar todos los males de aquellos a los que, supuestamente, sanan. Los dirigentes populares creen que basta con señalar al Gobierno como culpable para que se abran las aguas del Nilo que les separa del poder. Decía al comienzo de este artículo que al PP no le gusta el Estado de las Autonomías, pero que lo admite como medio para poder estar en el machito. Por eso cuando pierde el poder deja de tener interés en el sistema autonómico. Con el PP gobernando en Cantabria, y el consenso de todas las fuerzas políticas, se reformó el Estatuto de Autonomía. Con el PP en la oposición ha sido imposible. Por cierto que en aquella reforma se incluyó, no se sí a propuesta del PP, pero si con su voto, la figura del Defensor del Pueblo, que ahora se niegan a poner en marcha por lo que cuesta. Un argumento que le chivó 24 horas antes el periódico de cámara de los populares. Desconozco de donde ha sacado El Diario Montañés que el Defensor del Pueblo nos costaría un millón de euros. Bien podría costar cinco, como en Valencia. Depende de quien gobierne. Allí donde lo hacen los populares todo cuesta más. Los defensores del pueblo, las televisiones públicas y los viajes del Papa. Y es que la hidra Gürtel no se alimenta con migajas. (25 de septiembre de 2010. Publicado en Aqui Diario Cantabria)
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