Durante meses la caverna mediática, lodazal donde últimamente se revuelcan con gusto algunos ilustres colegas, estuvo llamando cobardes a los sindicatos por no llamar a la huelga general, a ser posible revolucionaria, para acabar con Zapatero y abrir paso a la derecha en un asalto al poder en el que no había que hacer prisioneros. Por supuesto que se cuidaban muy mucho de poner juntos ambos deseos. Hasta el más torpe, y nos equivocaríamos si pensáramos que reaccionario es sinónimo de tonto del bote, sabe que ir con la verdad por delante en asuntos de esta índole no conduce a ningún buen sitio. ¿Qué sindicalista estaría dispuesto a entregar las llaves de La Moncloa a Mariano Rajoy? Otra cuestión bien diferentes es si, actuando en defensa de los parados, por cierto multiplicados como panes y peces en los titulares de las primeras páginas de los medios de la reacción, los sindicatos le daban la patada al presidente del Gobierno y despejaban al PP el camino de La Moncloa. Pues bien, ahora que los sindicatos se han echado pa’lante y convocado la huelga general, ya no hay articulistas que les mimen y animen, dándoles la razón incluso en evidente contradicción con sus intereses de clase. Por el contrario han desempolvado los bazookas y bombazo va y bombazo viene. Los que veían de perlas la huelga contra el Gobierno cuando la crisis apretaba, abominan ahora de la convocada el 29-S. Tengo la impresión de que antes y ahora la estrategia era la misma: debilitar al Gobierno y a los sindicatos por el mismo precio. Cuando se pedía a UGT y CC OO que dieran caña al Gobierno y también ahora que se les denuncia ora porque van a hacer perder millones al país, ora porque son una casta sindical formada por miles de liberados. Los sindicalistas llevan camino de adquirir tan mala fama como los políticos. Sobre la anécdota se construyen categorías. Si un político roba, todos los políticos son ladrones; si un sindicalista se aprovecha del cargo para no dar un palo al agua, todos los sindicalistas son unos vagos. No pondré ejemplos de otros profesiones para que nadie se enfade y miraré para la mía. Que haya periodistas que se compran o que se venden, que los hay, no me llevará jamás a pensar que toda la profesión es un saldo. Lo que si es evidente es que la derecha de este pais está aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid para intentar hacer morder el polvo a los sindicatos. Y de paso también al Gobierno socialista. El próximo 29 de septiembre todos nos jugamos mucho. Los sindicatos, el Gobierno, los empresarios, los ciudadanos, sindicados o no, los parados, los jóvenes... Cada uno tiene derecho a sus esperanzas. El éxito de la huelga no se va a medir, no lo deberíamos medir, en términos cuantitativos: por el número de huelguistas, de manifestantes, de empresas o comercios cerrados. El éxito del paro será total si somos capaces de quitar argumentos a la derecha y no darles coartadas para enfrentar a trabajadores sindicados con los que no lo están. Los que jalearon primero y ahora denostan, confían en que el 29-S sea una jornada plagada de incidentes. No les demos ese gusto. Que haga huelga el que quiera y el que no quiera no. Con responsabilidad e información. (18 de septiembre de 2010. Publicado en Aqui Diario Cantabria)
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