Hay días en que uno no se siente con ánimo de volver a hacer inventario de mentiras, silencios, contradicciones y olvidos de una oposición, regional y nacional, puesta de perfil, en definición del presidente Zapatero, o encamada, como les recomienda su asesor de cabecera, el incombustible Pedro Arriola. Cuando es evidente, a los datos me remito, que en Cantabria estamos mejor que en otras Comunidades Autónomas para salir de la crisis, y que España no está fallando a la hora de hacer los deberes para afrontar la crisis, ni adoptando medidas distintas de las del resto de los países europeos de referencia (Francia, Alemania, Reino Unido …), perderse en las descalificaciones globales de Ignacio Diego y Mariano Rajoy sería una perdida de tiempo.
Sin embargo, y dado que tanto Diego como Rajoy, incumpliendo parcialmente las recomendaciones de sus asesores para no desvelar nada de su ‘agenda ‘culta’, como ayer definía en estas mismas páginas el dirigente socialista Juan Guimerans, lo que el PP no dice pero si piensa hacer, ‘cantaron la gallina’ esta semana, dejaré que sean ellos los que hablen, limitándome a apostillar algunas de su afirmaciones.
Por orden temporal y geográfico empezaré con las declaraciones de Diego en su comparecencia ante los jóvenes empresarios, de las que hoy se hacen eco, ciertamente que no con gran relieve tipográfico, los medios de comunicación de Cantabria. Tras las descalificaciones de rigor y la aplicación exacta del mandato de sus asesores electorales para que hable ex cátedra, es decir como si fuera ya el presidente de Cantabria y no el líder opositor de las dos últimas legislaturas y el más que probable de una tercera después de mayo, Diego entra en materia. Veamos.
La primera propuesta es de planificación para abordar la crisis. “Lo haremos por vía de una planificación que el Partido Popular hoy tiene preparada a través de grupos de expertos que trabajan sectorialmente, y que están generando un proyecto político diferente y alternativo a este Gobierno”. ¿El grupo de expertos es el Gobierno en la sombra que AQUÍ DIARIO publicaba la pasada semana? Porque si es así ya sabemos lo que da de sí en la crítica destructiva y el verbo verdulero, pero de qué es lo que propone nada de nada.
“El PP una vez gane las elecciones, invitará a sentarse a los partidos de la oposición a pactar una serie de ámbitos imprescindibles para relanzar esta región. Lo haremos desde la búsqueda de consensos”. Lo dice Diego, quien en los siete años que lleva al frente del PP los únicos consensos que ha propuesto se basaban en la premisa de la aceptación de sus posiciones, que no eran presentadas como tales sino como verdades irrefutables. Eso en el pasado más cercano. En el lejano, el PP no invitaba a los partidos a sentarse a dialogar sino que sentaba en el Gobierno a los militantes de otros partidos, a los que compraba para tener mayorías holgadas, no logradas en las urnas, que les permitieran, precisamente, no tener que pactar ni consensuar nada.
El presidente del PP precisa a continuación cuáles serán las cuestiones objeto de pacto. “Como el del territorio, para que Cantabria agilice la tramitación administrativa que tienen la planificación y la ordenación del territorio, y dé seguridad jurídica en un ámbito como el de constructores y promotores, que generan muchísimo empleo en Cantabria y que es necesario reactivar”. Loable intención que podía haber puesto en marcha cuando intentaron por todos los medios impedir la aprobación del PO, para la protección de nuestro litoral, donde sigue siendo visible la (in)acción de los gobiernos del PP para preservar nuestro paisaje y cumplir las leyes (sentencias de derribo).
“Un pacto por la FP y la Educación en general, un pacto por la Sanidad que sirva para reducir una vergüenza como son en Cantabria las listas de espera. Un pacto por la energía, porque tenemos pendiente resolver aún un tema muy cuestionado por muchos ciudadanos de nuestra región”. Varios pactos en uno, basados todos ellos en lo que se ha hecho en los últimos siete años y no se hizo durante los 20 que gobernaron ellos. Sorprende que hable en genérico de la energía, del cuestionamiento por muchos ciudadanos –¿los cien manifestantes de CORE?-, pero para nada cite el proyecto eólico. ¿Estarán convencidos de sus bondades o les habrán convencido las empresas concesionarias, entre las que están las más importantes del mercado de las energías renovables? No importa, de arrepentidos dicen que está el cielo lleno y el político repleto. Aunque por decencia política deberían explicar a los cántabros su cambio de postura.
Otro de los pactos que propone Diego, por “la eficiencia de la administración cántabra llevándola a un tamaño adecuado en cuanto a la propia administración y al entramado de empresas públicas”, es la prueba del algodón de los que se dice sin decir pero pensando en lo que se va a hacer. ¿Cuál es el tamaño adecuado de la Administración Regional? No lo dice, pero se entiende que al “llevarla” a un tamaño adecuado estamos hablando de reducir el número de funcionarios. La idea era defendida también en Santander esta semana por Rajoy ante el aplauso de los que, con la alicorta visión propiciada por la demagogia popular, confunden la parte con el todo. El PP oculta que, como han hecho los conservadores británico, adelgazar la administración no pasa por despedir o no contratar a más funcionarios de ventanilla, que son la ínfima minoría. Cuando la derecha habla de reducir la Administración se refiere a otros funcionarios públicos: a profesores, médicos, policías … Lo ha hecho cuando gobernaba en España, lo hace en los países europeos que gobierna y lo hará en Cantabria y en España si tienen votos suficientes para ello en las próximas elecciones.
De lo dicho por Rajoy en su intervención en el Congreso de la Empresa Familiar destacaré, sin entrar en mayores, y dejando para más adelante un análisis más en profundidad, algunas perlas de esas que sacan de quicio a los asesores partidarios del silencio. Quizás por ello el discurso del presidente del PP ha tenido muy poco eco en los medios amigos, siendo como es la primera vez en muchos meses que Rajoy descubre ligeramente el velo de lo que serían sus recetas económicas. La contención del gastos público es la gran apuesta, el bálsamo de Fierabrás, con el que el PP quiere enderezar el rumbo económico de España. “Tenemos que realizar un ajuste presupuestario muy intenso, para estabilizar nuestras cuentas públicas, manteniendo en todo momento el equilibrio presupuestario y reduciendo el endeudamiento público. Ello va a exigir varias cosas: en primer lugar, una reforma institucional y administrativa profunda. Tenemos una administración excesiva en la que se solapan los ámbitos de decisión, se multiplica la complejidad y, lo que es más grave, se lastra la capacidad competitiva de nuestro país”. Otra vez el recorte administrativo sin concretar, pero apuntando a las autonomías. Desde hace tiempo el PP intenta laminar las autonomías, aunque no todas. Si de verdad la propuesta fuera honesta debería empezar por limpiar la propia casa. Las autonomías y los ayuntamientos con mayor nivel de endeudamiento son populares: Madrid, Valencia, Santander…
Y dos perlas finales. La primera sobre la privatización. Recordarán que el PP privatizó todo lo que pudo cuando gobernó en España entre 1996 y 2003. Pues parece que no terminó la faena y hay más que vender a amigos y compañero de pupitre, aunque luego nadie sepa donde está el dinero (¿hablamos del Servicio Municipal de Aguas de Santander?). Dice Rajoy: “Tenemos que desarrollar una agresiva agenda liberalizadora para que la productividad crezca en España, aumentando la competencia, tanto en los mercados de bienes y servicios finales, como en aquellos otros que aportan inputs intermedios a las empresas. En ámbitos como los servicios profesionales, los postales, el comercio minorista, el transporte ferroviario, los puertos y aeropuertos, la economía española tiene un entorno regulatorio que impide o restringe la competencia hasta hacerla inexistente o irrelevante; en otros, como la energía o las telecomunicaciones, es necesario avanzar en el proceso liberalizador eliminando una serie de trabas que lo entorpecen”. En otro momento podemos hablar de a donde nos llevó la fiebre liberalizadora, que hoy, en España, sufren más de 4 millones de personas.
La propuesta de Rajoy concluye, como no, con una referencia a la política fiscal. “Tenemos que hacer una reforma de nuestra fiscalidad. Si queremos propiciar las inversiones, es necesario una rebaja real del tipo del impuesto de sociedades. Esta rebaja ha de complementarse con nuevas medidas de regularización de balances, nuevas tablas de amortización y un tratamiento fiscal más adecuado de la morosidad”. Si me dijeran que las palabras anteriores las pronuncio el presidente de la CEOE en fuga, Díaz Ferrán, me lo creería. ¿Y ustedes?