El secretario general de UGT nos quiere convencer que tras la Huelga General, el gobierno va a tener que rectificar. Y no se que es peor, que por se lo crea, o que sabiendo que no es posible, lancen este órdago que no ganara. En cualquier caso la huelga servirá para complicar la tarea de gobierno al PSOE, pues al día siguiente la Huelga General habrá sido un éxito según los sindicatos, y como mínimo muchas voces reclamarán la disolución del parlamento y la convocatoria de Elecciones Generales, que probablemente pondrían en el poder al PP. Para más inri, hay que tener en cuenta que la reforma laboral se ha producido ante la incapacidad de los propios sindicatos de pactar una reforma negociada. Ya se que era difícil, pero no saber distinguir entre lo malo y lo peor, es un error que hay que saber asumir.
La presente legislatura podrá caracterizarse por el fracaso colectivo de las fuerzas políticas y sociales. Por la incapacidad de todos nuestros representantes de asumir un pacto de Estado, reclamado desde todos los ámbitos y pedido, tal vez con poca fuerza, por gran parte de la ciudadanía.
Pero la incapacidad llegar a acuerdos de los líderes políticos no ha sido inferior que la de los líderes sociales o sindicales. Que las distintas asociaciones, sindicales y empresariales, no hayan sido capaces de negociar la reforma después de meses, casi de años, es buena prueba de ello. No busco buenos o malos, lo único que digo es que en el momento más necesario, nuestros representantes de todos los ámbitos han sido incapaces de estar en su conjunto a la altura de lo que colectivamente esperábamos de ellos.
La situación en el ámbito de las relaciones laborales es complicada, pero siempre lo es. Nuestra regulación laboral no es la causa de la crisis, pero forma parte de la crisis y su regulación la hará más corta o más larga. Durante años, los flujos financieros nos permitieron un rápido desarrollo con elevada inversión de capital, facilidad de crédito, y subvenciones de la U.E. para todos. Pero el capital, lo mismo que viene se va. La deslocalización nos amenaza ahora lo mismo que antes nos beneficiaba y nuestra legislación no parece estar suficientemente adaptada a una crisis financiera como la que estamos padeciendo. Excesivas rigideces, baja productividad y elevado coste, según señalan muchos expertos. Mal asunto.
De manera que no nos engañemos. El gobierno no ha hecho otra cosa que atender una necesidad imperiosa, señalada en casi todos los estudios y exigida en todos los foros internacionales. No es posible la vuelta atrás, pues sería dejar nuevamente la financiación de la deuda a los vaivenes y ataques especulativos, y en evidencia ante las instituciones europeas de la administración española y ninguna de las dos puede asumirlas un gobierno responsable. Cualquier intento de vuelta atrás irá inevitablemente acompañado de una moción de censura, que el gobierno perdería, y convocatoria de elecciones generales.
En realidad el problema es otro. La campaña y posterior huelga presumiblemente le darán la mayoría absoluta al líder de la oposición, que ha sabido mantenerse al margen del debate. Con la escopeta cargada. Sin hacer y sin decir nada, para no asustar. De manera que el problema deja de ser la reforma que ya conocemos, que además pienso que es sensata, y pasa a ser la que vendrá presumiblemente en la próxima legislatura, cuya hoja de ruta ya ha empezado a ser marcada por la presidenta de la Comunidad de Madrid, quien, como es sabido, quiere ser la Teacher española y como la inglesa ya hizo, inspirada en el mismo neoliberalismo, ha comenzado el desmantelamiento de las estructuras sindicales. El problema pues no es la que hay hoy, sino la que vendrá mañana.
ASÍ NO, dicen los sindicatos. ASÍ NO ME CONVENCE LA HUELGA digo yo.
Saludos ñeros
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